Soy una ciudadana onubense empadronada en Punta Umbría. Me pongo en contacto con ustedes por un asunto que recientemente ha llamado mi atención, y del que me gustaría hablarles por ver si, haciéndose eco la prensa y otros medios de comunicación, podría salvarse una situación que pone en peligro mucho más que uno de los más importantes aspectos de nuestra vida social: la educación.
Tal vez habrán oído hablar en alguna ocasión de la Escuela de Música de Punta Umbría. Es un proyecto que nació hace ya 16 años, cuyo fin era principalmente el de ayudar a los chicos y chicas puntaumbrieños, ofreciéndoles no solo educación, sino una forma de enseñanza rica que les permitía sentirse integrados dentro de un grupo que funcionaba bien y les beneficiaba a muchos niveles de tipo formativo y personal. Dado que no tenían mucha oferta cultural por aquel entonces, la Escuela supuso para ellos y sus familias un salto cuantitativo con respecto de sus opciones de ocio y de enseñanza.
Bien; dicha escuela fue creciendo con el paso de los años gracias al esfuerzo de su junta directiva y el buen hacer del profesorado. Cada vez eran más los alumnos matriculados en el centro, y a su vez se iba ampliando el número de actividades, así como las plazas creadas para los docentes, que también iban cubriendo cada vez más especialidades instrumentales.
Hoy, casi dos décadas más tarde, la Escuela de Punta Umbría es una de las mejores escuelas de la provincia de Huelva; no solo tiene una rica oferta de asignaturas para cursar, sino que cuenta con profesores bien preparados, y con alumnos completamente entregados a su trabajo.
La Escuela de Música de Punta Umbría celebra fantásticos campamentos musicales que decenas de jóvenes están siempre esperando como actividad anual principal en sus veranos. Allí tienen monitores y se les organizan actividades de todo tipo, y viven durante días rodeados de cultura, en un ambiente de trabajo, pero también de mucha diversión y relax, en un lugar que es -estarán de acuerdo conmigo- un marco natural perfecto para ello.
Asimismo, la Escuela realiza cursos internacionales en los que siempre se cubren todas las plazas. Vienen profesores de toda Europa a impartir las clases, y la organización no podría ser mejor. Allí la oferta para los alumnos es increíblemente rica y ellos siempre quedan satisfechos, existiendo por tanto una enorme demanda en las matriculaciones.
Por último, como detalle relevante, me gustaría mencionar que la Escuela ha sido primera sede de "Eurochestries", importante y reconocido festival de orquestas de toda Europa, que se unen cada año para ofrecer los programas más variados e interesantes con los mejores alumnos de las ciudades que van participando.
Como podrán comprobar, no es solo un planteamiento interesante, sino que cada uno de los proyectos que la dirección de la Escuela y sus profesores se han ido proponiendo, se han llevado a cabo con absoluto éxito, ganando cada día más reconocimiento y prestigio, y una considerable cantidad de alumnos fijos durante los cursos anuales, y más aún en los cursos y campamentos, que cada vez son más demandados entre los jóvenes.
Yo soy músico. Pianista, Clavecinista y Pedagoga musical. Llevo 20 años en la música y mi primera formación la realicé en Huelva. Les puedo asegurar que, como en otros aspectos culturales, la música en Huelva está muriendo completamente. El único Conservatorio Profesional de la provincia (el recientemente bautizado Javier Perianes), no solo se ha quedado sin alumnos en la última década, teniendo incluso que verse obligados los profesores a hacer campaña de captación de alumnos por los colegios... Va mucho más allá de un problema que parece obvio. La cultura está muriendo, y con ella la calidad de la enseñanza, y con ambas se hunde también el futuro de los ciudadanos.
Escuchen; tal vez yo les esté hablando ahora de una Escuela de Música de un municipio, pero voy mucho, mucho más allá de todo esto que les cuento. El Ayuntamiento de Punta Umbría pretende, tras una década y media de buen funcionamiento, éxito y crecimiento, cerrar la Escuela de golpe y porrazo. Ya no habrá más música para los jóvenes de allí, pero tampoco habrá más música para los ciudadanos puntaumbrieños, ni más ciclos de conciertos como se realizaban en verano para la inmensa cantidad de turistas (un porcentaje acudía allí únicamente por eso, créanme), ni más actividades para tantísimos alumnos, ni más plazas de trabajo para esos profesores que llevaban años allí, y que la mayoría eran onubenses que intentaban hacer algo realmente útil en su ciudad natal y lo estaban consiguiendo. Es mucho más que ganarse el pan. Es mucho más que llenar de arte los municipios y las ciudades. Es no dejar que nos arranquen algo que es nuestro por derecho; la educación.
La cultura de las nuevas generaciones es el poder del pueblo; lo único que nos queda a los ciudadanos en tan duro momento, y tan oscuro, en el que muchos miran con desesperanza la vida. Es quitarnos nuestra única arma, nuestra voz. Es nuestro deber reivindicar lo que nos pertenece. No queremos ciudadanos subyugados por estar desinformados y desarmados; ciudadanos que no están preparados para luchar, porque la inteligencia no basta si no se tienen las herramientas necesarias para articular correctamente el pensamiento y hacerlo algo tangible, algo real. ¿Hasta dónde van a llegar? Nos quitan los sueldos, no tenemos trabajos; las familias, muchas, sin techo o alimento para muchos de ellos... Pero, con el corazón en la mano; más aún, en el puño, pregunto: ¿cómo puede ser que, después de todo esto, quieran convertirnos sin pudor alguno en verdaderos borregos, casi en el más literal de los sentidos? ¿no es esta la pesadilla más temida de todos los libros de ficción? ¿no les parece terrible que esté sucediendo y que, ocurriendo ante nuestros ojos, no podamos hacer nada? ¿qué alma nos queda con ello, con este arrancarnos lo único que es humano: la razón? Así que, por favor, si ustedes tienen en la conciencia tanta inquietud como yo; difundan, se lo ruego, esta noticia, para que no nos sigan comiendo terreno, no ya desde un partido político u otro, sino desde ese grupo minoritario que, porque su situación es diferente a la de la mayoría, juegan con las vidas de otros en el presente, y no se dan cuenta de que el terrorífico futuro que construyen es para todos; también para ellos.